sábado, 25 de abril de 2009

cuando salen a buscarme

puedo escribir de lo que viví, puedo contarlo. puedo empezar con el deseo inicial, el paisaje, la emoción del primer día eterno. luego puedo decir que subí ciertas escaleras y que no pude volver a bajarlas. y se burlaron tres veces tres. la frustación es solo un detalle, humor negro de países del este. porque para poder bajar las escaleras necesitas un posible divino empujón: una mujer, un golpe de estado, un vaso de agua. la lucidez tampoco debe llamarte la atención, es apenas un estado, un estado de amor que les toca a algunos afortunados (y no me gusta el bingo). Por eso voy a los surtidores de suerte y compro lo que debo comprar y me voy. y si pensabas que acababa ahi todo, un taxista te enseña a pactar con el mar, a estar solo.

1 comentario:

Unknown dijo...

es lo que siempre me ha fascinado de tu escritura. todo parece tan nítido, tan desnudo, tan probable que da miedo. y mucho morbo y todo muy inocente. como cuando te clavas una espina en el dedo y chupas la sangre y chupas la sangre no para que dejé de salir sino para que siga saliendo. y a pesar de toda esa claridad, a pesar de tener la certeza de que has vuelto de ahí, a pesar de haber leído la dirección que me diste con total atención, yo me quedo sin saber a dónde he llegado, sin saber cómo salgo o si alguien va a venir a buscarme también.